Santa Marta. Conviviendo en familia numerosa

Santa Marta también es conocida por su pasado colonial. Para los colombianos Santa Marta es uno de los primeros destinos turísticos, el barrio de Rodadero, el parque natural de Tayrona, la Sierra Nevada de Santa Marta y la belleza de sus playas Caribeñas, Playa Blanca, Taganga…

Llegamos a Santa Marta en bus desde Cartagena de Indias. El autobús nos dejo en la bomba (gasolinera) de Matacoco. La escena era un poco desoladora, polvo y mas polvo acompañado de viento, el cual arrastraba arena y te hacia cerrar inevitablemente los ojos. Nuestros cuerpos pegados a nuestras conocidas maletas, la verde, la negra menos manejable y las mochilitas de los niños, sin descuidar mi bolso indio que poco a poco va perdiendo forma y color.  Teníamos una dirección que nos había proporcionado Nora a través del mail de couchsurfing, pero lamentablemente ningún taxista la conocía y quien la conocía no quería llevarnos hacia el lugar indicado.

–       “!huy! ni hablar yo por allí no paso con mi carro”.- Nos contestaban tras parar algún taxista

–       Caray Ángel!!! pero tu crees que esta bien la dirección, parece que tengamos que llegar a un lugar inhabitado por la reacción de los taxistas.- Comentaba con Ángel.

–       Llamare a Nora para asegurarnos.– Contestó

De la nada escuchamos el rugir del viejo coche aparcado a nuestra vera, el cual creíamos que estaba abandonado. Las maletas seguían dándonos sustento, y el señor del coche, que la verdad, no se bien de donde surgió,  nos dijo sin mas, que él nos llevaría. A veces no te queda otra alternativa y la situación mas inverosímil se convierte en la escogida.

El muro que cubría la casa estaba pintado de amarillo por su parte baja. Nora nos esperaba vestida con un largo vestido blanco dándonos la bienvenida. Su casa es preciosa, muy amplia, con un techo construido con hoja de palma, descansa sobre un acantilado, y las vistas de las que disfruta son impresionantes, se respira siempre un suave aroma a palma que da pie a relajarte y a un no querer salir de ese confortable hogar lleno de niños. No conocimos al marido de Nora, pues por motivos laborales pasa algún tiempo fuera de casa, pero si pudimos disfrutar de la compañía de la dulce Nora y de sus tres hijos.

Una familia numerosa

De esta forma conocimos a Luis de 13 años, con una figura de lo más espigada, moreno, de enormes ojos, inquieto, educado, conversador, risueño, en esa edad en la que el mundo de los adultos le empieza a atraer pero que el niño que sigue siendo persiste con toda su fuerza. Daniela, de 9 años, una niña hermosa, con una mirada especial, mucho más seria en un primer momento, inteligente, guardaba las distancias hasta que finalmente decidió dejarse conocer, dejándonos disfrutar de su dulzura y su carácter sumamente directo. Y finalmente el benjamín de la familia Don Giorgio, de 6 años, un gran conquistador, alegre, movido, intenso, y de una gran ternura.

Una pareja de americanos que tras la jubilación disfrutaban de los últimos días en casa de Nora, habían decidido salir de EEUU y vivir definitivamente en algún lugar de Latinoamérica, pero todavía no habían elegido el sitio definitivo y dedicaban su tiempo a aprender el español y a decidir el lugar de su futuro nuevo hogar. A pesar de que fueron encantadores, creo que se les pusieron los pelos de punta al ver todavía mas niños recorriendo la casa.

Daniela hizo buenas migas con Ishi, incluso se integro en las clases matutinas. Noa y Giorgio más que buenas migas, eran uña y carne, reían y formaban una pareja sorprendente de la que no podías dejar de maravillarte. Luis ponía la nota de cordura al grupo, pues les paraba cuando alguna de las locuras rayaba lo irracional.

Pasamos tres noches con Nora y su familia,  la última noche, Giorgio y Noa estaban dibujando encima de la mesa de la cocina, los colores desperdigados por todas partes, cada cual perdido en su hoja en blanco, en su mundo de ensueño.

–       Mira Noa este soy yo, Giorgio y aquí estas tu, entonces cuando te vayas, yo iré a España y volveremos a jugar ¡vale!.- Orgulloso le mostraba su boceto trazado con lápiz.

–       Que bien, entonces le diremos a tus papas, para ver si te dejan ir a Santa María, toma te regalo mi dibujo.- Noa le dio un dibujo similar en el que salían dos amigos cogidos de la mano.

Pasando una tarde regocijándonos entre pozas de agua

A media hora caminando desde la casa de Nora encuentras unas pozas de agua, “Finca las pozas”, situado en el sector Tigrera cerca de Minca. Pedimos permiso a Nora para realizar una pequeña excursión al lugar, llevándonos a todo el  equipo al completo.

Iniciamos el ascenso a las pozas andando, pero paulatinamente los niños fueron protestando pues era todo subida y finalmente un servicio de motos, decidió llevarnos hasta el final del trayecto. Nos subieron de tres en tres e incluso uno de ellas decidió cargar con cuatro. Para los lugareños es su forma de transporte, para nosotros resultaba inusual ver una moto tan cargada de niños y todos ellos sin casco, solo el conductor lo llevaba, pero claro para Ishi y Noa montar en esa moto con sus nuevos amigos les resulto una aventura maravillosa.

El lugar era tranquilo, sencillo e ideal para refrescarse. Las pozas eran naturales, el agua de un color verdoso. Habían colocado unas mesas, y un chiringuito donde podías pedir aperitivo y algún refrigerio. Entre los arboles colgaban pequeñas hamacas, donde una pareja recostó a su bebe que mecido en ese vaivén, durmió plácidamente dejando a sus papas relajarse entre las aguas.

–       Podemos alquilar un flotador rueda, nos quedaremos mas rato, no?.- Nos preguntaron Daniela y Luis con una gran sonrisa.

–       Por supuesto, decidle al señor que a parte, nos traiga una cocacola con una bolsa de papitas por favor.-  Les encargue

Los niños iban saltando desde las piedras. Formaban un grupo perfecto, la eclosión que tuvieron durante esos días fue genial, todo fluía. Noa jugaba a inventar un extraño brebaje junto con Giorgio, entre los dos no paraban de ingeniárselas para encontrar cada uno de los ingredientes. Ishi, Daniela y Luis iban batallando con la enorme rueda inflable, probablemente la cámara de un camión. Las risas infantiles resonaban en las pozas. La tarde paso fugaz, divertida y serena. Descendimos el camino andando y anocheció entre las anécdotas que iban contando camino su casa, la casa del muro amarillo.

Pasando el día en Playa Taganga

Taganga es un poblado pequeño dedicado a la pesca desde su origen. Posee una cultura milenaria y una tradición de vivir para y gracias a ese precioso mar que les proporciona todo lo necesario. Debido a su belleza, a la zona se le esta imponiendo cierta modernización. Como siempre el turismo es capaz de cambiar cualquier lugar, pero el encanto del pueblo no se ha dejado corromper.

La situación de Taganga es privilegiada, esta enclavada en una bahía al borde del espectacular Parque Natural de Tayrona. Se descubre una de las playas más bonitas de Colombia. El paisaje es precioso, conjunto de mar y montaña, la vegetación de cactus y arbustos combinan con el lugar embelleciéndola aun mas.

En la playa cogimos una lancha, tuvimos que batallar con el precio, pues a pesar de que a Ángel no le suelen subir tanto los precios como a mi, esta vez se estaban pasando.  La lancha nos dejo en una de las playas, donde los pescadores estaban a punto de sacar las redes.

Ese día simplemente nos relajamos y disfrutamos del mar y sus alrededores, meciéndonos entre las olas, estirándonos en la arena, aprovechando pequeños trozos de sombra, recogiendo piedras, pechinas y buscando sus mágicas formas. Un lugar ideal donde conversar, poner la mente en blanco dejando que las olas se lleven aquellos pensamientos que a veces no te dejan dormir.

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

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2 respuestas a Santa Marta. Conviviendo en familia numerosa

  1. Desde Costa Rica , nuestro saludo,Bendiciones..

  2. julia stella dijo:

    Que buena, se dejaron cautivar de la magia de la hermosa Taganga.

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