Costa Rica ha sido uno de los pioneros en Latinoamérica en priorizar en la importancia de la protección de los recursos naturales y en el ser consecuente con ello. Casi el 25% de la superficie terrestre y parte de la zona marítima del país han sido declarados Parques Nacionales y Zonas de Protección desde el año 1970. La concienciación ciudadana es admirable. Existen iniciativas privadas dedicadas a proteger el medioambiente y cuentan con la ayuda de organizaciones internacionales y/o universidades.
Parque Nacional de Manuel Antonio. Embrujados en esa hermosura
Como familia, nos encanta vernos envueltos en la naturaleza, ahora bien, no creo que seamos los únicos, pienso que todo ser humano puede encontrar perfectamente la armonía en un lugar en que su esencia conecte directamente con el medio natural. Costa Rica es un paraíso donde puedes disfrutar de Parques Naturales que te embriagan y te hacen vibrar en esa locura llenándote de energía.
Esta área silvestre se localiza en la costa pacífica de Costa Rica, en la provincia de Puntarenas. Es una pequeña isla biológica. Su belleza escénica te deja sin palabras. La diversidad de escenarios aporta una gran riqueza, pasando de un bosque tropical muy húmedo donde habitan especies de fauna y flora en peligro de extinción, a los manglares, la vegetación de playa, ambientes marinos hermosos, pequeñas islas que dan un toque cálido y una laguna de 14 hectáreas.
– Mirad allá arriba, lo veis?, prácticamente no se mueve pero es un perezoso, allí del tronco a la izquierda.- Cámara en mano Ángel divisaba mejor los animales a través de su objetivo.
– Jo!!! aita yo no veo nada, a donde tengo que mirar, y desde que tronco a la izquierda, pues yo no veo nada.– Ishi miraba en todos los rincones del bosque, loco por ver el perezoso.
Nos adentramos en el parque, observando cada rincón, descubriendo en las copas de los arboles el perezoso de dos y tres dedos con sus movimientos lentos y acompasados, el mapache, el pizote, simpáticos monos de cara blanca que saltaban de rama en rama, lagartos escondidos entre las piedras. Tuvimos suerte y nos dimos de bruces con una serpiente de un verde fosforito que ascendía entre las ramas a gran velocidad.
El bosque y la playa se mantienen en un equilibrio fascinante. La humedad concentrada conlleva las tonalidades verdosas más sorprendentes, un bosque entre montañas. Paseando observas el contraste entre las sombras de un ecosistema y la claridad de las playas en su refrescante brisa marina. Los arrecifes de coral a su alrededor aportan seguridad a todo el ecosistema. Y en ese embrujo te ves inmerso en cien mil aventuras.
– Galeones piratas, nos atacan, izad las velas.- Berreaba Ishi dando instrucciones a su grumete, subido a un tronco que habían encontrado en la orilla del Mar.
– Subid al palo mayor creo que no las tenemos todas a nuestro favor.– contestaba otro de los niños con los que jugaban.
– Empujad, todos a una, empujad o finalmente naufragaremos.- Seguía chillando Ishi.
En general soy de las que pienso no necesitar de grandes paisajes para pasarlo en grande y disfrutar al máximo, solo necesitas de tu imaginación y a poder ser de una buena compañía. En este caso, gozamos de un entorno fantástico, la familia estaba de muy buen talante, es decir nadie andaba de morros y la gente con la que coincidimos completó el ingrediente que le faltaba al hechizo para seguir embrujados.
Parque Nacional de Tortuguero. Bajo una cortina de intensa lluvia
El área protegida del Parque Nacional de Tortuguero era un archipiélago de islas volcánicas con sedimentos aluviales de las montañas del interior que llenaron los espacios y formaron una red de islas pantanosas. Es uno de los pocos parques nacionales de Costa Rica donde caminar no es necesariamente la mejor manera de ver las cosas. El sendero marcado a lo largo de la playa se utiliza principalmente para la observación de anidación de las tortugas, pero la mejor manera de ver la mayor parte del parque es desde una lancha.
Uno de los pequeños inconvenientes en Costa Rica fue el clima que tuvimos, una borrasca ocupaba todo el territorio de Costa Rica y Panamá, así que la mayoría de los días amanecía muy nublado y a medida que avanzaba parecía el diluvio universal. Esa mañana amanecí medio dormida, necesitaba un buen café para recuperar los despertares que había tenido durante la noche, todavía hay noches así, a pesar de que los niños ya tienen 5 y 9 años.
A veces los astros se combinan para que se despierten por diferentes razones en distintas horas de la noche, finalmente todos dormían y yo me desvele.
Tras un buen café, y un desayuno no del todo apetitoso, nos pusimos en marcha. Queríamos conocer Tortuguero, si o sí.
– Tu crees que es buena idea?.- Comentaba Ángel viendo la cortina de agua que caía.
– Bueno, tenemos chubasquero. La otra opción es decidir no conocerlo.- Conteste pragmática.
No se si la decisión fue la mas acertada pero cogimos el bus que te llevaba a las lanchas. Estas recorrían las aguas del rio Tortuguero llegando hasta el pueblo del mismo nombre. El caudal del rio era impresionante, las aguas marronaceas fluían turbias, a veces daba la sensación que la lancha patinaba en vez de avanzar. A pesar de llevar chubasqueros, y de que la lancha tenia un techo, acabamos bastante empapados. Ahora bien, disfrutamos del paseo, los verdes eran fabulosos, el rio trazaba infinitas curvas, y a veces pasábamos entre arboles inmersos entre las aguas.
Ya en Tortuguero nos metimos directamente en una cafetería, no se si la única pues el diluvio continuaba y no pudimos pasear por el pueblo. Eso si, nos dimos el lujo de pedir un fantástico desayuno y tuvimos la oportunidad de conocer a un grupo, tres catalanas, un argentino y una valenciana con quienes estuvimos la mar de entretenidos conversando al son del chapoteo, o cascadas que generaba la lluvia.
Guapiles. En casa de la Hermana de Ana María
Seguía diluviando, no sabíamos que hacer, los niños entre tanta lluvia estaban inquietos. De nuevo Ana y su familia siempre tan atenta, nos salvaron de un posible dia encerrados en el hotel. Tras llegar al hotel en el que estábamos alojados, llamamos a Ana, tal y como habíamos quedado.
– Ana, ya hemos llegado de Tortuguero, como quedamos?- Le dije.
– Yo estoy en Guapiles con mi mama y mi hermana, pero os envío a mi sobrino para que os recoja por el hotel y dormís en casa de mi hermana, así nos vemos de nuevo.- Contestó alegre.
Conocimos a su hermana Flor, su marido y sus sobrinos. Toda la familia hecha de la misma pasta, tan cálidos que te hacen sentir desde el primer momento como en casa. Los niños disfrutaron con “Necio”, un cachorro de perro inquieto y juguetón. El griterío de nuevo inundaba la casa. Flor cosía muñecas de trapo, intentamos hacer una rana con papiroflexia, pero solo salió la mitad, ninguno de los adultos recordaba como finalizar las ancas traseras, así que finalmente hicimos volar aviones, cuya elaboración no tenía mucho secreto.
Conversamos sobre Costa Rica, sobre España, sobre las ventajas e incongruencias de cada país, de su belleza, sobre los niños y los no tan niños, sobre las familias y los amigos, en general, conversaciones arraigadas todas ellas a la vida y a momentos que compartir.
A la mañana siguiente amaneció de nuevo con lluvia. Tras finalizar unos cuantos deberes, Ishi ayudo a preparar un cargamento de papayas, pues la familia se dedica al cultivo de esta fruta. Fueron apilando un sinfín de papayas, con delicadeza, cada una en sus cajas y poco a poco llegó la hora de despedirnos de esta encantadora familia y tomar el bus que nos llevaría de nuevo a la capital, San José. Que pena no pudimos despedirnos de Ana, pues en el momento de la partida estaba visitando a su madre.
Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.
Guau que fotos mas bonitas! y que ganas le tengo a Costarrica… a ver si algun día no muy lejano pisamos esas tierras. Que aventura tan maravillosa y los chicos parece que se han adaptado a la perfección ese ritmo tan cambiante.
Seguir disfrutando y haciendonos disfrutar a todos los que os seguimos, mucha suerte VIAJEROS AVENTUREROS.