Realizamos un largo recorrido en autobús desde Búfalo hasta Montreal, pasando por Siracusa, Albany y la frontera USA/Canadá, para llegar finalmente a Montreal.
Fue un día cansado. En autobús todo me parece mucho más pesado. Llegamos, cargando las mochilas, finalmente a una parada de metro donde nos esperaba Daniel, un chico acostumbrado a tener muchísimas visitas de última hora en su apartamento. Su ordenador parece que queme, constantemente está en danza.
Recuerdo esa noche muy movida. Una habitación estrecha, compartida con un joven Neoyorkino. Noa durmió entre Angel y yo, e Ishi medio acurrucado en un silloncito estrecho. Daniel fue atento con nosotros. No obstante estábamos cansadísimos y con niños después de un viaje tan largo, no era realmente lo que esperábamos.
Por la mañana, me levante con un ligero dolor de cabeza y mi cuerpo un tanto agarrotado. Ishi decía que le dolía el cuello, pues si conseguía hacer un ovillo perfecto para que no le colgasen los pies del sofá, la cabeza le quedaba en un ángulo un tanto complicado. Visto el panorama, hablamos con Daniel, y le explicamos que buscaríamos otro lugar donde alojarnos, pues preferíamos tener un tanto más de intimidad.
Daniel nos sugirió escribir en couchsurfing un aviso de última hora y fue entonces, ya buscando un hotel donde alojarnos, cuando contestó Genevieve.
Primeras horas en Montreal
Tras la confusión inicial, realizamos un suculento desayuno en el jardín de la parroquia donde tiene alquilado el apartamento Daniel. Huevos, tostadas y frutas variadas, no consiguieron poner fin a ese dolor de cabeza que iba en aumento.
El plan era hacer tiempo hasta que nos recogiese Genevieve. Quedamos con ella en el restaurante Ritmo Sazón donde transmitirían el partido de futbol Argentina-Uruguay de la Copa América. Daniel insistía en que tras el partido, viésemos los fuegos artificiales que tendrían lugar en el Vieux Port de Montreal a las 22h.
Eran las 12:00 de la mañana. Nos separamos del grupo. Descubrimos el Parque Jarry, donde los niños pudieron disfrutar relajándose entre columpios, juegos y una piscina donde refrescarse. Hacía muchísimo calor. Ishi se quedó observando un partido de petanca, y regreso con una silla plegable que le habían regalado unos señores, por no sé qué motivo todavía. En fin, el día seguía un tanto rocambolesco. Recuerdo que Ángel se ocupo de todo. Increíble o no, me quede dormida en un banco de madera a plena solana.
Partido Argentina-Uruguay en el restaurante Ritmo Sazón.
A veces te ves involucrado en un sinfín de vivencias de las cuales no sabes cómo salir. No sé si alguna vez os habéis visto en una situación similar. Si hubiese sido por mí y hubiese estado en mi casa, me habría ido de nuevo a dormir, tras tomar algún fármaco que me calmase esa tremenda jaqueca.
Pero ahí estábamos, tal y como quedamos con Daniel, en el restaurante colombiano. Siguiendo el partido Argentina-Uruguay, entre una cada vez mas efervescente afición. Si os soy sincera, el más forofo de la familia, si se puede llamar así, es Ishi, y realmente, fue el que más disfrutó.
Se me ilumino la cara cuando vi a Genevieve, de cara dulce y expresión sonriente.
A penas cruzamos dos palabras, pues Noa cansada de tanto alboroto, quería salir del restaurante en busca de un parque infantil. Fuimos las últimas en salir del parque pues el partido se alargo más de la cuenta, y llegaron a los penaltis tras un empate a cero. En los penaltis ganó Uruguay.
Fuegos artificiales en el Vieux Port: Colapso de tráfico en las calles
Genevieve conducía un coche familiar. Llegamos al puerto, entre una marabunta de tráfico. Imposible encontrar un lugar donde aparcar. Los niños habían sucumbido en un sueño profundo. Daniel insistía en despertarles para que viesen los fuegos. Le explique que por mucho que insistiese, sus sentidos ya estaban desbordados. De ninguna de las maneras les despertaría. Soñaba con llegar a casa. Ángel me miraba con resignación. Para finalizar el día, solo quedaba observar esa noche oscura tiznada de fuegos artificiales en su sinfín de colores.
Genevieve se quedo en el coche velando el sueño de los niños. Daniel, Ángel y yo nos adentramos entre el gentío. Llegué a mi límite. Vomité al lado de un árbol, entre fuegos de colores y sonidos de petardos. Me era indiferente mi alrededor, solo quería una cama donde poder tumbarme y donde cediese ese retumbar constante en mi sien. La salida estaba desbordada de gentío. Avanzábamos metro a metro entre un sinfín de coches. Noa se despertó, reclamando a mamá, y entre mis brazos volvió a conciliar el sueño.
Ahora me puedo reír de la situación en general, pero la llegada a Montreal no fue como me esperaba. A veces no nos damos cuenta, lo bueno que es sentirse bien.
vaya, Diana, menuda jaqueca te dio!!! No me extraña, con todos estos inputs que estáis teniendo, y el cansancio acumulado!! Os veo super bien en las fotos y me acuerdo mucho de vosotros! te buscaré en skype ok?
Un abrazo a todos
Anina
Muchos animos y mucha fuerza valiente!!!!