Osaka y Nara. Ultimas andanzas en el país del sol naciente

Un país impoluto

Desde nuestra llegada a Japón hemos observado sucesivamente un sentido del orden  y del mantener los espacios tan espectacularmente limpios que te llega a fascinar y te hace indagar en el como lo consiguen. Si el mantener algo en orden y limpio  dependiese de una única persona no me sorprendería tanto, pero como todos sabemos cada uno de nosotros participa con su implicación en esa cadena de sucesiones en la que un espacio pasa de lo pulcro e inmaculado a algo desaseado, mugriento o inmundo.

Lo curioso del caso es que en nuestro viaje hemos visto todo tipo de suelos, de espacios de lugares en los que la limpieza pasaba por todos los estados y que el sistema de recogida de basuras modificaba el estado de los espacios dependiendo del comportamiento ciudadano. Así que en alguno de los países en los que los suelos daban pena, encontrabas que tanto la concienciación ciudadana como el sistema de recogida de basuras eran deficitarios o podía sobre todo mejorarse. Pero en Japón, era inusual el inmaculado estado en que encontrabas cada lugar por donde paseabas, las papeleras escaseaban, teníamos serios problemas en encontrarlas, parecían desaparecidas.

–          Caray Ángel ¿cómo puede ser, que no encuentras una sola brizna de papel por el suelo y por otro lado sea tan complicado dar con una papelera?.- En momentos que tenias que tirar algún papelillo o envoltorio te rondaba siempre esta pregunta.

–          Si Diana, es algo que a mi también me choca, no acabo de entender, parece que se escondan, ya lo reciclaremos mas tarde, dame.- Me contesto tras guardar en su mochila, la caja de plástico sobrante de los sushis que habíamos comprado para comer en un parque a modo de aperitivo

Por otro lado lo bueno del caso es que no deja de ser uno de los países con mayor producción de basuras, pues cada artículo que compras viene con su particular envoltorio, lo cual si compras algo al final del día tienes un sinfín de elementos de los que desembarazarte y reciclar. En fin, de nuevo mas enigmas en esa cultura japonesa.

Porque un punto rojo sobre un fondo blanco

Recuerdo una película en la que la segunda guerra mundial trastoca de arriba a abajo la vida de un niño. El final de la película es impactante y sobrecogedor, la recuerdo como si fuera ayer,  Jim se desprende de sus héroes de infancia con un canto muy especial que aprendió de pequeño, un canto de cisne con el cual se despide de su propia infancia. “El Imperio del Sol” es la obra más famosa y premiada de J.G. Ballard, y adaptada al cine por Steven Spielberg. En la película, Jim llevaba una cazadora de cuero en la que a su espalda pintada lucia una bandera japonesa.

A través del alma de las flores descubrimos el porque del punto rojo central sobre un blanco impoluto propio de la bandera japonesa, supongo que estaréis interesados en su historia, historia de la que es protagonista una flor hermosa, el crisantemo “flor del sol”. A lo cual paso a citar textualmente.

“Crisantemo(Chrysanthemum sinensis); La flor del Sol

La conmemoración de nuestros difuntos está rodeada de ritos y símbolos de cuya trascendencia, muchas de las veces, no nos percatamos. Uno de ellos, es la costumbre de ir a los cementerios para adornar las tumbas con flores ornamentales, sobre todo con crisantemos. El que sea precisamente esta flor y no otra (a pesar de que actualmente se prefieren también los claveles) tiene su razón de ser. Estamos ante una flor contradictoria: tan pronto es depositada en una fría tumba como elevada a insignia imperial. Representa a la vida, la muerte, el sol, la oscuridad, los santos y hasta los buenos y los malos presagios.

En tiempos de la dinastía C’in (siglo III a.C.), China se debatía en una serie de guerras intestinas y feudales. El noble señor Tan-Son, gobernador de una vasta región del sur, fue derrocado y tuvo que refugiarse en un pueblo del norte. Tan-Son estaba a punto de ser vencido por la desesperación, cuando contempló en pleno otoño una resplandeciente flor. Este nimio detalle fue para él una auténtica revelación. De repente se dio cuenta de su situación y de las enseñanzas que tiene reservada la naturaleza a aquellos que saben ver las señales. Esa flor, nacida en unas condiciones climáticas tan duras, representaba la esperanza. El aristocrático señor recuperó entonces su valor y su confianza. Abandonando sus sueños de poder, dedicó el resto de sus días a la poesía, componiendo inspirados poemas a la flor que tan oportunamente lo había salvado. Era el crisantemo, considerada la flor de la vida desde los remotos tiempos de Confucio.

De China, el crisantemo pasó a Corea y en el año 313 d.C. llegó a Japón, donde fue llamado kiku. En ese mismo año, en el otro extremo del mundo, el emperador Constantino emitía su famoso Edicto de Milán donde se establecía la libertad religiosa en el imperio, cesando la persecución contra los cristianos. Dos hechos que marcaron dos destinos.

Una variedad en particular, el hironishi, con 16 pétalos, se comparó con el sol y se convirtió en la flor imperial por su aspecto de flor radiada, dándole el significativo nombre de “materialización del sol”. En el año 1189, se grabó un crisantemo en las espaldas del Mikado (título de los emperadores japoneses), como símbolo de inmortalidad. Desde entonces, ropas, porcelanas y joyas de la familia imperial se adornaron con esa flor. No en vano, el emperador, que se cree descendiente directo de la diosa solar Amaterasu, tomó con la mayor naturalidad el crisantemo por emblema. Para los nipones es la “flor de oro”. Cada vez que vean una bandera nacional japonesa, sepan que el círculo rojo que campea es la alegoría del sol naciente, pero por medio de su símbolo terrenal: el crisantemo.

Es un símbolo de luz solar en el país del Sol Naciente (Japón) y, por lo tanto, de inmortalidad (los taoistas consideraban a esta flor una droga de la inmortalidad).”

Diccionario Floral

Visitando el Castillo de Osaka

Paseamos por el castillo de Osaka y sus alrededores, adentrándonos en su interior. Esta levantado en el centro de un parque enorme, lugar que los habitantes de la ciudad de Osaka eligen para pasear y recrearse. Reflejos en el agua de la fosa que rodea el castillo, formas asimétricas, tejados triangulares de bordes redondeados, blancos, verdes negros, dorados y plateados.

Fue construido por Toyotomi Hideyoshi a finales del siglo XVI. Durante la II Guerra Mundial varias bombas destruyeron el castillo y más tarde, en 1950, lo que quedaba de él fue arrasado por un tifón. Fue quemado y reconstruido en varias ocasiones, y finalmente en 1995 fue restaurado.

Al fin y al cabo, lo que cuenta es este presente en el que las antigüedades protegidas y restauradas nos explican los tiempos pasados, nos hablan los antepasados en ese eterno aprendizaje de lo que fuimos, de lo que somos, de lo que seremos. Paseando entre las sombras de lo que fue puedes entender el presente en el que estamos.

En los alrededores del castillo se realizaba un torneo de Kendo, arte marcial sorprendente, su técnica, su vestuario, su manera de danzar ante la pista era impresionante. Pasamos un buen rato con los niños sentados alrededor del tatami.

–          Caray mami!!!, has visto que golpe, que traje mas bonito que llevan.- Ishi no podía dejar de mirarlos con ojos embelesados queriendo ser uno de ellos.

Algo en el ambiente no dejaba que siguiéramos nuestro rumbo, el saludo antes de iniciar el combate, el respeto por el contrincante, el movimiento de las espadas de madera, el sonido al chocar de ambos elementos, la rapidez de movimientos, el olor a sudor, ese hablar japonés, los gritos de guerra, el ambiente que reinaba en la pista y fuera de ella donde nos mezclamos junto con los ciudadanos de Osaka.

Nara (奈良市Nara-shi) “nadaraka” lugar llano

Nara fue la primera capital del Japón medieval, en el año 710. Cuenta con muchísimas joyas arquitectónicas, culturales y la ciudad goza de uno de los templos budistas más antiguos. Los templos y ruinas de Nara forman parte del patrimonio de la humanidad de la Unesco. En Corea dicen que Nara proviene de la palabra Coreana “Nación”, pero la mayoría de filósofos defiende que proviene de la palabra japonesa “nadaraka” cuyo significado es “Lugar Llano”.

Los puestecitos de pequeñas delicias alimenticias y souvenirs se sucedían, contrastando con los templos y santuarios, los cervatillos paseaban libres por las callejuelas y los caminos que subían hacia los templos edificados en las montañas. Había un sinfín de grupos estudiantiles que nos paraban intentando practicar su ingles, tras lo cual nos obsequiaban con una pajarita realizada mediante el “Origami”, ese arte de hacer objetos mediante el uso  de hojas de papel. La compañía de ciervos Sika y monos hacían que el paseo fuese todavía más espléndido. Vendían unas galletitas especiales para los ciervos, redondeadas, crujientes, una delicia para sus sentidos, pues no dejaron de seguirnos hasta que los niños finalizaron su último trocito.

Los templos erguidos, altivos, siendo admirados en esas construcciones características, unos tras otros rivalizando en belleza. Y sin darte cuenta, el budismo se te inyecta directamente en las venas, y la sangre corre rauda fascinada, atraída en esa espiritualidad que se respira en cada rincón, en las figuras, en el incienso, en las personas, en las figuras inmensas de buda.

–       Mama, he visto a un grupo de niños que están pasando por un agujero a través de una columna, podemos pasar también nosotros.- Preguntaron Ishi y Noa tras recorrer de arriba a bajo uno de los templos budistas más antiguos.

–        Si claro, os acompaño y nos ponemos a la cola.- En la cola pregunte el significado de pasar por el pequeño agujero en la gran columna.

Decían que el pasar a través de esa columna es como pasar por la nariz de Buda e infiltrarte en lo mas profundo de su ser inundándote de su saber. La cola era inmensa, los colegiales esperaban pacientes, Ishi y Noa pasaron sin problemas. Y por cierto, el agujero me pareció tan estrecho y la cola tan larga que finalmente decidí al ver el agujero de cerca que yo no pasaría por semejante estrechez, podía intentarlo, pero y si me quedaba allí encallada jajaja, me troncharía y al mismo tiempo querría desaparecer de semejante situación. Preferí quedarme sin esa sabiduría transmitida, espero que Buda si quiere me la transmita algún día realizando otra prueba.

Fuimos de templo en templo en nuestro peregrinaje por Nara, nos cruzamos con un sinfín de estudiantes, y finalmente tras el ultimo templo, colocar un incienso y hacer sonar la campana, la hermana lluvia decidió visitarnos, los olores de bosque impregnaron el ambiente. Nuestro paso por Japón nos había mostrado pinceladas de una cultura muy especial. Era tiempo de regresar, el día siguiente nos esperaba un largo recorrido hacia Tokio donde cogeríamos un vuelo directo hacia Kuala Lumpur, Malasia.

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