– Chicos, he pensado en llevaros a un centro donde nos enseñaran a convivir entre elefantes y a entenderlos y respetarlos como se debe. ¿Os gustaría ir allí?, mientras esperaremos que el abuelito se ponga mejor y mama pueda regresar– La propuesta de Ángel no se hizo esperar con la respuesta entusiasta de los niños
– Si aita, si, donde esta eso, ¿como te ayudamos?- En un viaje así, la unión familiar se hace más fuerte.
– Únicamente os pido que tengáis paciencia en el viaje, pues el sitio es precioso pero el acceso para llegar a el es muy lento, no quiero escuchar cien mil veces ¿Cuánto queda aita?
El centro de conservación de elefantes esta situado en Sayaboury, Laos. El paisaje que te envuelve es de aquellos que te dejan con los ojos abiertos como platos, la vegetación frondosa rodeado de montañas y acompañados de un lago cuyas aguas se tornan plateadas a la caída del sol. Vivimos los tres unos días increíbles alternando el estar con el ser, dejándonos llevar por las enseñanzas que diariamente te abrían los ojos a un mundo fabuloso donde los elefantes eran el compañero ideal, donde los niños se olvidaban de la ausencia de su madre y reían y sentían sus manos tocando la trompa y la grupa rasposa de sus nuevos amigos.
En el centro nos explicaron la problemática que existe en Asia con el trato que reciben estos animales que son utilizados de manera indiscriminada en el turismo, muchas veces siendo cuidados por personas que desconocen sus necesidades básicas, únicamente teniendo en cuenta al animal como una inversión que les aportará beneficios. De esta forma se les pierde el respeto que merecen y su deterioro avanza sin consentimiento.
Los elefantes son unos seres magníficos, impresionantes, majestuosos y no dejan de fascinarte en su imponente presencia y su belleza. Probablemente podríamos aprender mucho de ellos observando sus movimientos en ese paisaje que se transforma en su contoneo, su amoroso instinto maternal, el respeto al adulto y la importancia de la unión familiar y de grupo que desprenden a cada paso que dan.
– Mira aita, nos está mirando, inmenso, que guay.- Chillaba Ishi
– Que ojos más grandes, que marrones y que pestañas más largas.- Noa se fascinaba mirándolos. De hecho no hace más que pedir si podremos tener un elefante al nuestro regreso a Barcelona.
Mi experiencia en el Centro de Conservación de Elefantes
Al despertarnos Noa y yo pusimos la tele, dejamos dormir a aita un poco más. Yo desayune un pankeke de plátano y mermelada, Noa un huevo frito con beicon y aita una tortilla deliciosa de muchos ingredientes.
Estábamos nerviosos pues era día de viaje, recogimos las maletas para ir a un sitio de elefantes. Cogimos un tuk tuk que nos dejó en la estación de autobuses, cogimos un autobús que tenía más años que mil abuelos de cien años. Entramos y dejamos las maletas, así comenzó el viaje que era de cuatro horas hasta el sitio de los elefantes. Noa y yo jugamos a cartas, a la Tablet…. Tras tres horas y media el autobús tenía que coger un barco para cruzar el inmenso rio. Mi hermana y yo aprovechamos para estirar las piernas y jugamos un rato en la arena. Vimos el autobús de nuevo al otro lado del rio y subimos, solo quedaba media hora para llegar a la otra estación de autobuses. Al llegar tomamos otro tuk tuk y allí nos esperaba otro barco que era del sitio de los elefantes, y ayude al señor del barco a empujarlo para llegar al sitio de los elefantes.
Vivimos en una cabaña, y lo primero que hice al entrar fue estirarme en una hamaca, ¡me encantan las hamacas!. Al amanecer nos enseñaron la zona, rodeados de agua y verde. Era la hora en que los elefantes tomaban su baño, era muy divertido, cogían agua con sus trompas, las levantaban y “truuuuuu, truuuuuu” lanzaban el agua mojando sus cuerpos. Los elefantes en Laos tienen como pecas rosadas, en diferentes partes de su cuerpo, sobretodo en las orejas y su cara. Nos presentaron a los elefantes y a sus “mahouts”, y nos dijeron que eligiéramos el elefante que más nos gustara.
Noa eligió a una elefanta de 18 años y yo a un elefante de 60 años. Los mahouts nos enseñaron a Aita, a mi y a Noa como montarse en un elefante. Había tres formas, uno subías por su cabeza escalando por la trompa, y otra por las rodillas. Jo, tienen una piel gris, muy dura, rasposa y con unos pelos muy graciosos. Vaya paseo, Noa iba con el aita y yo solo, fue muy divertido. Por la tarde conversamos con la veterinaria, y nos enseñó la “nursery” y nos mostró un sitio para ver el atardecer. Noa y yo encontramos millones y millones de termitas, nos quedamos a mirarlas y regresamos a nuestra cabañita a estirarnos en la hamaca y seguir jugando. Noa tenía sueño y dijo que quería dormir en la hamaca, pero aita le dijo que no pues hay mosquitos que transmiten enfermedades y en la hamaca no había mosquitera, en cambio en las camas donde dormíamos sí. Aita le puso a hacer un pipi, se lavó los dientes y se quedó roque. Yo me estire en la hamaca con el aita y nos relajamos.
Los mahouts tienen una relación especial con el elefante, desde que empiezan a ser mahout están siempre con el mismo elefante, crecen con el elefante. Los elefantes pueden vivir unos 100 años así que envejecen juntos.
Ese día desayunamos huevos revueltos, los mahouts nos dijeron que nos enseñarían a darles instrucciones. Nos mostraron un cartel donde explicaba las instrucciones. Primero practicamos junto con los mahouts y luego solos. Primero monto Noa, luego yo y después el aita. A mí se me hizo muy divertido ver como nos hacían caso, fantástico!!!.
En uno de los paseos, mi elefante se levantó con dos piernas y casi me caí, y el mahout se enfadó un poco con mi elefante. Le pregunte, porque había reaccionado así, y me contesto que porque se estaba defendiendo, pero no supimos que había visto. Yo me asuste un poco.
Más tarde, fuimos al museo y construimos un puzzle enorme de elefantes hecho de madera. Nos explicaron que los elefantes comen cada día 250 kilos de comida, cagan 100 kilos, beben 150 litros y orinan 100 litros, y nosotros nos quedamos boquiabiertos con la información.
Se hizo de noche de nuevo, cenamos y Noa se quedó dormida. Yo me quede con aita en la hamaca y nos contamos historias, desde la cabaña escuchábamos sonidos de animales, patos, grillos, el bramido de los elefantes, la lluvia. Encontré un caracol y lo cogí entre mis manos…. Fue una experiencia genial pasar unos días en el centro de conservación de elefantes.
Ishi
Erase un centro de conservación de elefantes
Erase una gente fabulosa, luchando por una buena causa.
Una cabaña con sonidos variopintos,
Una familia descubriendo un nuevo mundo.
Sabores exquisitos con matices asiáticos.
Un animal inmenso de ojos vidriosos,
Su larga trompa, la piel áspera en su textura.
En su grupa zigzagueamos entre la vegetación.
¿Daríamos nuestra vida por descubrir cuáles son sus pensamientos?
Compañero, nos fascinaría poder seguir siendo amigos,
Hasta la vista, nosotros seguimos camino…..
Familia Trotamundos
Elephant Conservation Center, Sayaboury ( www.elephantconservationcenter.com )
Me ha fascinado el sitio….que afortunados sois Noa e Ishi….Guauuuu!!! yo también quiero!!!!
Me esta gustando mucho Laos ojala algún día lo podamos visitar mientras continuaremos disfrutando viajando a través de vuestros comentarios….Ishi escribes muy bien no dejes de hacerlo. Un fuerte abrazo y suerte en el viaje.
Hola Esther
Soy Ishi, estar rodeado de elefantes fue alucinante…y la cabaña y la gente del centro.
Un abrazo enorme